¿Amor?, todos hablan de él, pero pocos lo entienden. Yo viví en una época en la que el amor unía a inmortales y a mortales para crear un ser perfecto, que sienta y que al mismo tiempo nunca muera, pero ¿que gracia tiene sentir amor y no poder morir por él?, aquellos que conocen el significado de esta palabra dirían que ninguna, pero aquellos que nunca han amado dirían que es el verdadero sentido del amor.
¿Quieren escuchar una historia de caballos y guerras? ¿De hadas y ninfas?
¿De hechiceros y duendes? ¿De honorables caballeros y caballeros negros?
¿De príncipes azules y dragones? ¿De princesas y malvadas brujas?, pues aquí comienza la historia en aquel tiempo que nadie narra, aquel lugar al que la muerte le teme y la vida lo guarda en su espalda, aquel territorio que el mundo escondió y aquellos habitantes que dejaron huella solo en la mente de Dios.
Nací en tus ojos, el país de mis ancestros y mi descendencia, el país que nunca muere y que en la eternidad vivió, si me preguntas en que eternidad, pues responderé que en la eternidad de mi piel. Tus ojos era el país más hermoso de nuestro amor, lleno de bellos paisajes y cielos memorables; todos sus habitantes vivían felices, hasta los malos en ese país eran buenos, las brujas cocinaban para las princesas, los caballeros negros eran los mas fieles soldados del rey, las hadas se casaban con los duendes y los príncipes entrenaban a los dragones.
Tus ojos era el mejor lugar para vivir, el cielo era color turquesa, el mar era el mas cristalino de nuestro amor y sus caminos los mas amables; todos eran parte de un corazón, todos compartían su tiempo con un ser amado. Yo era la guardiana del tesoro mas preciado de ese lugar, tu corazón; muchas querían tenerlo, pero ni siquiera yo lo podía tocar.
Si quieren saber, yo me enamore en tus ojos, lo suficiente como para dar mi vida por ese amor. Todos creían que yo nunca en la vida iba a tener a alguien a mi lado, solo yo sabia que el dios de mi pueblo me regalo el amor más puro y bello que un ser humano podía sentir, ese que espera y que aguanta, sin importar el tiempo que tarde.
Cuidar tu corazón, era muy distinto a entrar en él; yo si quería entrar allí, pero tu tal vez no querías que yo lo hiciera. Si me preguntan de quien me enamore en tus ojos, solo puedo decir: me enamore de aquel que respiraba y hacia temblar mi pueblo, de aquel que con sus ojos alumbra nuestros caminos, de aquel de quien yo era la guardiana de su corazón; si, me enamore de ti, de mi Dios, del dueño de las tierras que pisaba, del ser que mantenía nuestro oxigeno fresco, de aquellos ojos color miel, de aquel cabello negro, de aquella piel tersa, de aquella voz varonil, de aquella sonrisa que me mantenía viva, de aquel corazón ciego que no veía cuan cerca tenia a su verdadero amor.
En aquel tiempo, en otros mundos, enamorarse de los dioses era muy normal; Zeus bajaba, amaba a las mortales y de aquel amor salía un ser perfecto, como el que estaba arriba, en nuestro cielo; pero en nuestro mundo, era mas difícil que tu bajaras y amaras a una de nosotras, pero yo no me rendía tan fácil, aunque parecieras inalcanzable, tenia el amor suficiente para enamorarte.
Fui una de las pocas privilegiadas que conoció tu verdadero ser. Realmente solo aquella que cuidaba tu mente, la que cuidaba tú alma y yo por supuesto, que cuidaba tu corazón, éramos las únicas que te conocíamos en realidad. ¿Sabes? Siempre quise ser la guardiana de esos tres lugares, era claro que la que los resguardara tenía el poder sobre ellos y yo quería ser la única con el poder para que me amaras.
En tus ojos la vida era la mejor, era perfecta; hasta que el amor no tuvo más opción que salir de mi pecho y cuando lo escuchaste, solo pudiste decir lo siento. Hubiera podido vivir eternamente en tus ojos, si la cobardía no hubiera invadido al Dios de mi pueblo, así que la solución a mi amor fue el exilio.
Un día el Dios de mi pueblo decidió hablar conmigo; tanto tiempo cuidando su corazón y ahora podría recoger los frutos de mi trabajo, ¿él se enamoro de mi? Era obvio que la única que podía tener su corazón era aquella que lo guardaba incluso en el de ella, pero solo explico que en su mundo, en sus ojos, mi país, los dioses y las mortales no podían unirse en comunión; es por eso que prefirió guardar ese amor y esconderlo en sus mas profundos recuerdos…pero su corazón no tendría mas guardianas, eternamente existiría yo.
Hoy cuento esta historia desde las tierras de Zeus; aquí sigue ocultándose en el exilio la guardiana del corazón de mi Dios, ese que me enseño a amar, a comprender, a necesitar, que hoy me enseña a olvidar y a vivir en los recuerdos de tus ojos, por la eternidad.